Palabras
que no se lleva el viento
Hay palabras
que permanecen en las orillas
donde se arrinconan los despojos
y los pasos,
las quejas, las opiniones y las pérdidas.
También la risa de los niños
y la soledad de los abandonados.
Después, la noche fría
se lleva esas voces derramadas
sobre las hojas que se asomaron ayer
a las ventanas
para recibir esta fugaz visita de otoño.
De la que no aproveché toda su ofrenda:
la primicia inicial de mi llegada
las celebraciones desmesuradas
los fragmentos del pasado
forjando posibles con su luz abroquelada.
Prodigio que desvaneció la realidad
el
cuerpo enfermo, la falta de temple o de virtud.
Y ahora, en esta última noche
nada me despide.
Ni las voces de bienvenida
ni las hojas que desnudó el cansancio de
los árboles
sostienen el insomnio.
Mientras el camión de la basura
se nutre del sueño que exhuma la ciudad
y se lleva los restos de toda ilusión,
desecha en palabras
que me siguieron hasta aquí
para decir entre ustedes:
quizá la poesía no sea sólo reunir
palabras en versos
sino, armar palabras para amar vivir, en
un mundo
que se va quedando sin palabras.